Hoy es el turno de presentar a Luisa Pozone, una inmigrante italiana, proveniente de Borgorose, localidad ubicada a 70 km de Roma, en la provincia de Rieti, región del Lazio. Conversamos con su nieta, María Cecilia Parada, quien nos relató la historia de inmigración de su abuela, la cual la crio inmersa en la cultura italiana.
Luisa Pozone: de Borgorose a Buenos Aires
Luisa nació el 22 de enero de 1923 en Borgorose. Su madre era Felipa Cicerone, nacida en 1899 en Colleviati y su padre, Berardino Pozone, en Collemagiore en 1897. Cuando Luisa tenía tan solo un mes de vida, emprendieron su viaje hacia la Argentina. “Felipa no conocía el mar, su pueblo era entre montañas, contaba que ese viaje se le tornó eterno, porque solo veía mar y más mar”, afirmó María Cecilia.
La familia vino rumbo a lo desconocido, como la gran mayoría de los inmigrantes. Pero a ellos los esperaba el zio Berardino Cicerone, quien había emigrado a Argentina a causa de la Primer Guerra Mundial. Se había instalado en la provincia de Buenos Aires, más precisamente en Berisso, un pueblo fundado en 1871 por el genovés Juan Berisso. Este lugar se transformó en una ciudad autónoma de La Plata en 1957 y fue considerada la Capital Provincial del Inmigrante. Ya que cobijó a infinidad de paisanos provenientes de diferentes partes del mundo.
El adiós y la despedida
Luisa dejó muchos tíos, primos y sus cuatro abuelos en su pueblo italiano. Se torna muy desgarrador pensar cómo habrá sido esa despedida. “Felipa lloraba en silencio cada vez que escribía o recibía una carta desde Italia. Y lo más doloroso aún, es saber que nunca pudo volver a su tierra ni volver a ver a su familia. Berardino se nacionalizó como argentino para conseguir trabajo. En Argentina, tuvieron cuatro hijos más. Luisa se enorgullecía de ser la única nacida en Italia y jamás quiso nacionalizarse como argentina, manteniendo toda su vida la nacionalidad italiana”, nos contó María Cecilia.
El desafío de vivir en la Argentina
“La vida no les fue fácil, estuvo signada por varias tragedias. Felipa era muy joven y sus 5 hijos aún eran niños, cuando Berardino murió. Fue un golpe terrible. Y cuando parecía que nada peor podía ocurrir, una noche, mientras todos dormían, se incendió la casa de madera y zinc. Salieron corriendo de madrugada y contemplaron, desde la vereda de enfrente, como perdían absolutamente todo”, sostuvo María Cecilia.
La fe y los paisanos
“La providencia de Dios es infinita, de eso estaba convencida Felipa, fiel devota de la Santísima Trinidad. Y en esa oportunidad, se manifestó a través de sus paisanos: italianos que también se habían instalado en Berisso. La familia Meschini los cobijó en su casa, mientras los hombres de otras familias desarmaron la casa en ruinas y con la solidaridad de todos, levantaron un nuevo hogar”, continuó María Cecilia.
La familia de Luisa Pozone en Argentina
Luisa se casó a los 21 años con Néstor Parada, un descendiente de españoles y criollos. Y por consiguiente, tuvieron dos hijos: Néstor, el papá de María Cecilia, en 1945 y Alicia, en 1948.
La bisnonna Felipa falleció de un infarto a los 62 años, sin haber podido volver a su tierra, ni haber visto a su familia. Por lo que Luisa sentía la enorme necesidad de no perder nunca el contacto con su familia italiana. Es así que cobijó a algunos de sus primos que vinieron escapando de la Segunda Guerra. María Cecilia recuerda las charlas interminables que tenían, preguntándoles todo respecto a la familia y a los pueblos de la región donde estaban sus familiares y amigos.
Genes italianos en la sangre y legado familiar
“Mi nonna murió en 1999 y tampoco pudo regresar. Ella tenía muchas maneras de aferrarse a su tierra natal, una de ellas fue jamás nacionalizarse como argentina, pero también nos transmitió toda su cultura: las recetas, amasar la pasta en familia, la música, escuchar la Audizione italiana, el trabajo de la tierra (la quinta), el amor por el arte, la historia… Yo tuve la fortuna de ser criada por ella y mamar todo eso que me brindaba con tanto amor. ¿Cómo no contagiarse de su italianidad y sentir muy fuertes los genes italianos en mi sangre?”, afirmó María Cecilia.
“Tengo 44 años, nunca pude viajar a Europa. Pero sé que Italia me espera, tengo que saldar esa deuda en nuestra historia familiar de no haber regresado. Saldé una deuda ya, que fue estudiar y convertirme en docente. Mi nonna y mi bisnonna amaban el conocimiento”, continuó María Cecilia, que tiene 3 hijas y como legado les transmite el orgullo de tener sangre italiana, al igual que su nonna se lo transmitió a ella.
Emociona conocer estas historias que son las mismas de muchos de nosotros. Familias que se vieron obligadas a separarse para progresar, que venían rumbo a lo desconocido sin saber lo que los esperaba. Admiración se merecen estas familias que lucharon frente a la adversidad, pero siempre defendiendo sus tradiciones y la sangre italiana que corría por sus venas.
Foto de Portada: Felipa Cicerone de Pozone con sus 5 hijos. Autora: María Cecilia Parada.
