Sabatino Alfonso Annecchiarico se ocupa fundamentalmente de la inmigración lingüística de los pueblos. Es un escritor, periodista, docente e investigador italiano de sangre y argentino de nacimiento. “Cuando alguien emigra, lo que se lleva, lo que no puede dejar nunca, es la propia cultura, la propia gastronomía y el modo de hablar”, asegura.
Lazos múltiples
Italia y Argentina tienen una relación de hermandad histórica, cultural, lingüística y gastronómica. “El eslabón o el elemento vinculante es la inmigración. Esta, por muchísimo tiempo, se dio de forma unidireccional: de Italia hacia Argentina (el país que más acogió a los italianos). De hecho, después de Italia, somos el país donde más italianos hay”, indica.
Una lengua, muchos lenguajes
Sin embargo, hay que tener en cuenta que, en el pasado especialmente, no emigró una lengua italiana única y compacta, sino el lenguaje propio de cada emigrante. “En las costas argentinas desembarcó un plurilingüismo extraordinario, que generó un fenómeno único, singular. Estas lenguas fueron sellando el modo de hablar de los argentinos. Así se originaron el cocoliche y el lunfardo”, cuenta Sabatino.
El cocoliche es un fenómeno lingüístico exclusivo de los italianos; una especie de interlengua que el italiano utiliza sin saberlo, inventando palabras nuevas inexistentes pero que en el contexto donde las dice tienen perfecto significado y valor lingüístico. “Cuando José Hernández incorpora el cocoliche en el Martín Fierro fue un hecho extraordinario”, recuerda Sabatino.
El lunfardo, en cambio, es un cúmulo de palabras y es de los inmigrantes en general. Aunque es el italiano el que más vocabulario aportó (hay aproximadamente 1000 palabras lunfardas de origen italiano).
Comida e identidad
Como mencionamos anteriormente, no podemos olvidar el sincretismo gastronómico existente entre Italia y Argentina. “La clásica pizza que se come en nuestro país es un sincretismo entre Palermo, Nápoles y Génova. Todo esto creó en Argentina una identidad en los italianos de acá, quienes conformaron una comunidad que se distingue de la de los italianos de Italia. El italiano de Argentina es distinto: posee un arraigo respecto a Italia que el nativo de allá no tiene”, expresa el entrevistado.
La importancia de la unidad lingüística
Cuando uno habla de Italia, en general lo hace como si fuera una unidad, una integridad. Pero la realidad es distinta. Según Sabatino, es preciso especificar a qué Italia se hace referencia. Porque desde el punto lingüístico o gastronómico, basta recorrer pocos kilómetros para que todo cambie. “En el 2012, el Instituto Nacional de Estadística y Censo italiano manifestó que actualmente se hablan 370 dialectos diferentes. Y más de 12 o 13 lenguas extranjeras de origen pero perfectamente radicadas en Italia como el albanés, el griego, el alemán, el francés”, indica Sabatino.
La división lingüística provoca, entre otras cosas, que se dificulte la unidad nacional. “Recién en el 1954 hubo una unidad lingüística con la entrada de la televisión. El italiano que se habla hoy es un italiano radiotelevisivo. Así y todo actualmente un 5% de la población italiana no habla el italiano estándar sino sus lenguas nativas.”