El café es una de las infusiones más populares en todo el mundo. En Italia, sin ir más lejos, es tan importante que allí se creó la clásica cafetera Moka y el caffè espresso. Argentina no es la excepción y, según un estudio realizado por la Cámara Argentina de Café, el 70% de los argentinos arranca el día con un café.
En los últimos años, la manera de tomar y, sobre todo, preparar esta bebida ha variado. A las grandes tiendas que industrializaron y ampliaron la gama de infusiones (Starbucks, Café Martínez e incluso Havanna) hay que sumar las cápsulas. Pero, ¿tiene el mismo sabor? ¿Es una ofensa a la vieja tradición sobre cómo preparar esta milenaria bebida? En esta nota planteamos el debate.
La siempre confiable caffettiera moka
Para los italianos el café es sinónimo de moka. Muchos seguramente recordaremos haber visto este artefacto en la casa de nuestros nonnos. En concreto, la moka es una cafetera que, de manera similar a la cafetera expreso, elabora el café haciendo pasar agua hervida presurizada por vapor, a través de café molido. El invento fue patentado en Italia por el inventor Alfonso Bialetti en 1933, cuya compañía, Bialetti continúa produciendo el mismo modelo en la actualidad. La cafetera moka se ha vuelto uno de los elementos básicos de la cultura italiana.
El sabor en una cafetera Moka depende mayoritariamente de la variedad de grano, fineza de moler, perfil de hidratación y el nivel de temperatura usado.
Por su practicidad y valor, esta cafetera se ha convertido en un clásico hogareño que aún hoy le sigue peleando a las cafeteras de filtro y con cápsula.
¿Café clásico o en cápsulas?
Las cápsulas fueron inventadas en 2001 por la empresa por Douwe Egberts junto a Philips y rápidamente ganaron popularidad en todo el mundo. Hoy incluso hay hasta cápsulas de chocolatada y para infinidad de infusiones. Pero, para los puristas, no es lo mismo.
Algunos baristas y expertos afirman que el café debe ser preparado recién molido y que con las cápsulas no se puede escoger el tipo de grano que se desea consumir. “El café en cápsulas, es un café sin alma”, aseguran los más ortodoxos.
Un detalle no menor es que las cápsulas son fabricadas con aluminio y plástico, con lo cual no colaboran con el cuidado del medioambiente (en algunos países, Nespresso tiene puntos verdes para que sus clientes desechen ahí las cápsulas y ellos mismos se encargan de reciclados, pero no sucede en todos). Además, hay quienes aseguran que el envase afecta al sabor, ¿verdad o mito?
Lo cierto es que, el café en cápsulas además es mucho más costoso que el tradicional y le quita romanticismo al “arte de beber un buen café, sentir el olor de los granos, prepararlo y degustarlo”. Pero, en épocas donde vivimos acelerados, también hay que reconocer que las cápsulas ahorran mucho tiempo y es más limpio. Si usamos una cafetera moka tenemos que armarla, poner el café y el agua. Cuando terminamos, hay que desmontarla y limpiar pieza por pieza. El resultado ya lo conocemos, pero lleva su tiempo.
Café en cápsulas: variedad y rapidez
Si vamos a preparar un café con cápsulas solo necesitamos llenar el depósito de la máquina con agua, colocar la cápsula elegida y en poco tiempo tendremos un café listo para tomar. No ensucia, hay varios sabores y se pueden hacer varios en cuestión de minutos.
Como ya dijimos antes, las cápsulas brindan una variada gama de sabores. Dependiendo de la marca, tendremos para elegir: cappuccino, cortado, lungo, mochaccino, ristretto. También hay colombiano y peruano, y distintos tes.
A pesar de su popularidad, no deja de ser un producto casi de lujo (su uso está muy aceptado en las empresas y oficinas) mientras que la preparación tradicional no tiene distinciones. Y siempre hay tiempo para un buen café, aunque en definitiva, ¡la elección es nuestra!
