El lunes 3 de julio por la tarde, nos llegaba una triste noticia para los calabreses, descendientes y amantes de la tradición calabresa. Había fallecido el Cavaliere Antonio Ferraiuolo, presidente hasta hace muy poco de la Asociación Calabresa de Buenos Aires. Con 93 años, hasta abril Antonio presidió la Asociación Calabresa con orgullo y en defensa constante de sus raíces. Hoy nos toca despedirlo. Desde itBuenosAires, recordamos su legado con este humilde homenaje.
El legado de Antonio Ferraiuolo
Nació en Nicastro (Catanzaro), el 11 de enero de 1931 . Al igual que otros tantos inmigrantes, su padre Luis decidió emigrar a la Argentina, primero solo. Luego, viajó el resto de su familia: su esposa junto a Antonio y sus hermanos. En 1947, llegó la familia Ferraiulo a Buenos Aires. Poco a poco, extrañando mucho su madre tierra, Antonio fue incorporándose a la colectividad italiana. Desde 2011 presidió la Asociación Calabresa de Buenos Aires hasta abril de este año. La historia completa de su vida pueden leerla en una nota anteriormente publicada por itBuenosAires. Tal vez sea parecida a la vida de otros hijos y nietos de inmigrantes italianos que llegaron a nuestro país. Pero la vida de Antonio tiene algo de particular, que la hace única. Y toma otro sentido a luz del legado que dejó. Por eso, queremos recordarlo y rendirle homenaje a través de las voces y el recuerdo de la colectividad.
Emblema de la italianidad
“Antonio, antes que nada, es un amigo de la familia. Con un primo de mi papá fue socio en una florería: “Las Margaritas”, que llevaba ese nombre por una hermana de mi abuelo Ernesto, Margarita Murri. Después el primo de mi papá se retiró en Mar del Plata y Antonio le compró su parte. Como anécdota personal, Antonio hizo el ramo con que se casaron mis padres Ernesto y Blanquita en la Iglesia de Los Remedios, en 1959. Antonio era una leyenda en el barrio y un amigo de la familia. Por otro lado, como Presidente de la Asociación Calabresa fue un emblema de italianidad y es más de calabresidad. Un hombre generoso y atento. Con él se va parte de la italianidad de Buenos Aires y Argentina. La Italia de la inmigración”. Así lo recuerda Hernán “Tano” Murri, con lágrimas en los ojos y nostalgia en el corazón.
¿Quién fue Antonio para vos?
Mariel Pitton Straface es Directora del Ballet Folclórico de la Asociación Calabresa, Mutual y Cultural de Buenos Aires. Compartió varios años y momentos junto a Antonio, formando parte del Consejo Directivo pero también en los eventos. Tanto Mariel como Antonio llevan la tarantella en la sangre. “Para mí Antonio fue un importante referente de la colectividad italiana, con muchísima trayectoria desde el nacimiento de la Institución. Como también desde el crecimiento y el fortalecimiento de la inmigración, porque él vivió todo”. Antonio llegó con 16 años a nuestro país y luego, tuvo la oportunidad de volver en diversas ocasiones a su Calabria natal. El contacto entre Italia y Argentina nunca se perdió, aun cuando su corazón estaba partido de un lado y del otro del océano.
El recuerdo de los más pequeños
Alfredo Capobianchi baila en el grupo folclórico de la Asociación Calabresa, junto a su hijo Lorenzo. Con sentidas palabras, Alfredo recuerda a Antonio y todo lo que le despertaba a los niños. “Para Lorenzo era un ídolo. Conoció primero su nombre en el teatro de la Asociación y después, cuando lo vio en persona no lo podía creer. Para él era “EL presidente” y, con su inocencia de niño, creía que casi que tenía la misma importancia que el presidente de la Nación”. Y Alfredo añade emocionado: “Nunca vi a Lorenzo admirar a alguien de esa forma”. Siguiendo con la misma línea, Eva Lobato forma parte de i piccolini del Ballet. “Para mí, Antonio era una persona muy generosa, muy atenta con la Asociación y muy alegre. Tenía mucho amor por la colectividad pero también por la danza y la música típica calabresa”.
Un ejemplo para las nuevas generaciones
Por su parte, Flavia La Valle recuerda a Antonio como “papá” de la Asociación Calabresa, “a la cual dedicó muchos años de su vida. En ella puso amor y pasión, de manera generosa, con compromiso, dándoles la posibilidad a tantos italianos para que tengan un espacio de encuentro y reencuentro. La Asociación se convirtió así en un lugar de raíces, de identidad y de amor”.
Erica Coccimiglio reconoce el amor por sus orígenes: “Antonio Ferraiuolo era un hombre que amó la tierra en la que nació y en la que vivió, que construyó su hogar con sus raíces. Un trabajador inalcanzable como todo Italiano”. Para muchos, Antonio, fue más que el presidente de la Asociación, personificaba la calabresidad en su ser. “Para mí Antonio era el referente, un pedacito de la Calabria en Buenos Aires. No tuve la suerte de conocerlo mucho. Pero bastó verlo bailar en las fiestas, tan activo, tan lúcido. Un ejemplo para las nuevas generaciones”, lo recuerda María Alejandra.
Aquellos que nos aman, jamas nos dejan
“Deja la enseñanza de la importancia del turismo en las asociaciones. Y el trabajo constante y la pasión para mantener y hacer crecer una Asociación histórica. Con sabiduría, amor, firmeza y paciencia”, expresa el Tano Murri. Siguiendo la misma línea, María Alejandra señala que su gran legado es “su vitalidad y empuje para mantener vivas nuestras raíces en el marco de tan importante institución”. Flavia La Valle rescata que la herencia de Antonio es el amor por las raíces, “por nuestra identidad. Nos dejó el compromiso, el trabajo la dedicación. También creó un lugar para crecer, para construir, para celebrar y para compartir”.
El amor por las raíces de Antonio Ferraiuolo
“Él nos recordaba cuán importante es no olvidar quiénes somos, desde dónde venimos y hacia dónde caminamos”, finaliza Flavia. Por último, tal como recuerda Nicolas Nicosia, hoy el Teatro de la Asociación Calabresa lleva el nombre de Antonio Ferraiuolo. Tal dato no es azaroso. Antonio fue un verdadero pilar. No solo porque fue presidente de la institución desde 2011 hasta hace poco, sino por todas las enseñanzas que con su testimonio silencioso, con el obrar de sus actos, dejó.
Lamentablemente, en esta semana, tuvimos que despedir a Antonio Ferraiuolo quien, verdaderamente, fue un símbolo de la calabresidad en Buenos Aires. Su voz ronca que arrastraba recuerdos de su tierra natal, el sonido de su dicción, sus palabras argentinas entremezcladas con el dialecto. Su forma de caminar y sus inolvidables pasos de tarantella que lo destacaban en cada una de las fiestas de la colectividad. Es verdad que la comunidad italiana lo va a extrañar. Las voces y testimonios que recoge esta nota son evidencia viva de ello. ¡Hasta siempre, Antonio!
Autor de la imagen de portada: Facebook Delfino Edgar.
