Malvinas en primera línea: La historia de un Héroe

Malvinas, para un nene de 5 años (que era la edad que yo tenía en 1982), nos marcó a fuego. Claro que es incomprensible para un niño. En preescolar, mandábamos cartas a los soldados en el frente, que nos respondían. Y el cantar la Marcha de Las Malvinas producía y produce un nudo en la garganta que no produce cantar el Himno a Sarmiento. Con todo respeto. Una emoción, que conociendo más adelante el país, se vive con otra intensidad en la Patagonia (de donde partían las tropas). Y en el norte (especialmente en Corrientes), que aportaron a gran parte de los soldados. Precisamente, en Corrientes nace nuestro Héroe.

Pepito

Lautaro J. Jiménez Corbalán nació en Corrientes, el 10 de junio de 1962. Pero, durante su infancia, “Pepito” vivía con su familia en Alta Gracia, junto a sus padres José Evaristo (ingeniero civil) y Alicia Beatriz Ruberto (docente, de origen siciliano). Su hermano Guillermo iba al Liceo Militar “General Paz”. Mientras Pepito jugaba a los soldados con sus amigos, era fanático de la serie “Combate”. Su tío “Perico” (hermano mayor del padre) había sido Capitán y fue una influencia decisiva. En 1974 la familia se establece en San Luis. Lautaro cursa el secundario en el Liceo Militar “General Espejo”(Mendoza). Todos los fines de semana iba viajando. Allí recibió su formación militar de base que lo prepararía para lo que venía.

Buenos Aires

En 1980 el joven Lautaro en una calurosa tarde de febrero partió en tren hacia Buenos Aires. Venía a estudiar al Colegio Militar de la Nación. Sus padres y su hermanita Karina lo despedían agitando los brazos. Había sido aprobado su examen de ingreso. Y se decidió por Infantería. “Si tuviera que ir a la guerra, me gustaría estar en el lugar más encarnizado”, pensaba. Como liceísta ingresó directamente a segundo año. Aquí en la ciudad se reencontró con su amigo Esteban Gandolfo, mi primo. Eran vecinos en San Luis. Y con mi familia pasamos muchos veranos allí. Parando en la casa de mi tío José. Ahí mi familia conoció a Pepe.

Domingos de guitarreadas y ravioles

La casa de mis viejos siempre fue un lugar de reunión. Todos los fines de semana venían amigos a cenar o íbamos nosotros. Asados, paellas y bagna cauda. Un cumpleaños en mi casa reunía 40 o 50 familiares y amigos. Mis padres eran grandes anfitriones. Los domingos no eran una excepción. Mi mamá preparaba desde temprano el estofado. Mi papá se sentaba en el patio con la picada y el aperitivo. Algunos llegaban temprano. Otros a almorzar. Y algunos en la sobremesa. Pepe era uno de esos habitués. Se hizo muy amigo de mi hermana Nancy. Que tocaba la guitarra y cantaba para todos en el living a la hora del café.

La Guerra

El 2 de abril el cadete de cuarto año Lautaro J. Jiménez Corbalán a las 5:20 de la mañana escuchó en su radio Spika algo que no podía creer. Mientras abría el candado de la sala de armas de la que estaba a cargo. Un locutor decía con euforia que las fuerzas armadas argentinas habían recuperado las Islas Malvinas. Cinco días más tarde lo ascendieron a subteniente. Lo enviaron con su Regimiento de Infantería 4 de Monte Caseros a custodiar las fronteras. Se sintió frustrado. Quería estar en el frente. Ocho días más tarde lo enviaron a Chubut y Santa Cruz. El 27 de abril estaba en Malvinas. “Todos cantábamos felices. Queríamos estar allí”, recuerda.

En primera línea

El Subteniente Lautaro J. Jiménez Corbalán tenía a cargo 45 soldados. En la fría noche del 11 de junio de 1982, con 7 grados bajo cero, estaban frente a frente con los ingleses, en Monte Harriet. El fuego de artillería impedía el avance de los británicos. Mientras eran bombardeados ferozmente desde una fragata. Combatieron con bravura toda la noche hasta las 9 y media de la mañana. Tenían en claro que luchaban por la patria. Y en ese combate la patria era el soldado que tenían al lado. “Si no estás preparado para morir, no sos un soldado”, afirma. Su sección sufrió 6 bajas y 15 heridos. En el repliegue hacia Monte William, Lautaro que encabezaba la fila de sus hombres tuvo que atravesar un campo minado. Pisó una trampa explosiva. Voló por los aires. Y cayó herido. Lo dieron por muerto.

Diario de Guerra

El soldado Carlos Salvatierra y el radio operador Alberto Flores volvieron a buscarlo y le salvaron la vida. Lautaro fue capturado por el enemigo. Lo despojaron de sus pertenencias. Tuvo que luchar con un suboficial inglés para que no le quitara una libreta, que era su diario de guerra. Esa libreta permaneció durante muchos años cerrada. En 2011 el Coronel Mayor Lautaro J. Jiménez Corbalán volcó su valioso contenido en un gran libro, Malvinas en Primera Línea (Editorial Edivérn). Pensó que si moría en la guerra esa libreta era lo único que iba a quedar de él. En 2017 a 35 años de la batalla de Monte Harriet se reunió con el Teniente Coronel David Wheen. Enfrentados en esa batalla coincidieron en ese reencuentro en que el problema es político. Y en resolver los problemas sin violencia.

Héroe

Pepe era un héroe antes de serlo. Alto, serio, educado. Afectuoso y protector. Siempre honro a mi familia con su amistad. Es “nuestro” héroe. “La posguerra fue peor que la guerra, porque los propios camaradas nos miraban como si hubiésemos sido responsables de la derrota”, dice. Honor y gloria eterna a los héroes de Malvinas. A los que quedaron en las islas. Y a los que como Pepe estuvieron en primera línea. Y vivieron. Para contarlo.