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Harrods, la tienda que fascinó a la aristocracia porteña

Harrods - Entrada De Harrods.

Durante más de 80 años la tradicional tienda Harrods fascinó a la aristocracia porteña con sus negocios variopintos. Elegancia, buen gusto y una ubicación privilegiada hicieron de este centro comercial uno de los más importantes de Buenos Aires y de Latinoamérica. Nacimiento, apogeo y ocaso de la tienda que reunió a los más conspicuos e ilustres personajes de una época que ya no existe.

Harrods desembarca en una Buenos Aires que quería ser como Europa

En los primeros años del Siglo XX, la Argentina era un país muy diferente al actual. La economía era pujante y fuerte, las obras se multiplicaban por doquier y Buenos Aires buscaba parecerse a las principales capitales de Europa, con edificios de estilo inglés y francés, calles impolutas y una aristocracia porteña que crecía a la par de esa bonanza económica.
Para satisfacer las demandas de la clase alta, las principales marcas del mundo comenzaron a abrir sus negocios en la capital. En ese contexto, a principios de la década del ’10, Harrods decidió instalar en Buenos Aires su primera y única sucursal en el extranjero. Cuatro años más tarde, con un gran evento al cual asistió la crème de la crème, quedó inaugurada la gran tienda que durante años fue epicentro y testigo del crecimiento y declive de la alta sociedad porteña.

Harrods - Harrods En 1939.
La Tienda Harrods contaba con siete pisos e infinidad de artículos a la venta.

La tienda original de Harrods había sido fundada en 1834 en pleno centro de Londres con negocios de moda y artículos de lujo.
La construcción de la sucursal argentina no tenía nada que envidiarle a su par londinense. Las personas detrás del proyecto no escatimaron en gastos ni en lujos. La tienda además estaba ubicada en plena calle Florida, lo cual le daba un lugar de privilegio. En un primer momento, solo se habilitaron dos pisos. Pero, poco después el edificio quedó terminado en su totalidad con siete pisos que combinaban negocios, salones de té, una barbería y hasta una biblioteca.

“Todo bajo un mismo techo”

Columnas de marmol, pisos de cedro, vestidos elegantes y sofisticados, hombres de galera y bastón recorriendo los amplios pasillos era una de las escenas habituales dentro del imponente complejo. En una sociedad muy diferente a la de hoy, las mujeres admiraban los vestidos y las telas refinadas de alta costura, mientras los hombres se reunían a hablar de política y negocios en el salón de fumadores o en la barbería.
Desde pequeños objetos de decoración hasta pianos, alfombras y sillones. Si no estaba en Harrods, no estaba en ningún lugar. Digno antecesor de lo que serian los shoppings años después, el lugar tenía todo lo que uno pudiera imaginar.
Incluso en las fiestas, Harrods era un punto de encuentro ineludible para los niños que deseaban conocer a Papá Noel. El hombre de la barba blanca recibía pacientemente a todos los pequeños que acudían felices con sus cartas y pedidos.

Las visitas ilustres de Harrods

Desde el ex Presidente Julio Argentino Roca hasta Jorge Luis Borges, las figuras que pasaron por Harrods son muchas. Dicen que Adolfo Bioy Casares acudía religiosamente cada 15 días a cortarse el pelo en el salón, mientras que Borges solía tomar un café en una de las mesas que estaban próximas al ventanal que daba a la calle Florida. Hasta una joven Mirtha Legrand filmó allí “La Vendedora de Fantasías” cuando ir a Harrods era una cita casi obligada que podía llevar varias horas y el prestigio del que gozaba el lugar hacía que muchos quisieran aprovechar esa locación.
En 1936, el complejo fue remodelado acorde a los tiempos que corrían; se instalaron ascensores, se ensancharon las escaleras, se redistribuyeron los comercios, pero el lujo seguía primando. Sin embargo, el tiempo del ocaso estaba próximo.

El lento pero inevitable final de la tienda

A medida que fueron pasando los años, y el país cayó en varias y pronunciadas crisis económicas, Harrods fue perdiendo protagonismo. La gente dejó de ir, la clase alta porteña se redujo y lo que alguna vez había sido lujo y modernidad, ahora era algo anacrónico. Poco a poco, algunos pisos se fueron cerrando, el Five o’clock tea ya no era más un ritual y la moda cambió en un abrir y cerrar de ojos.
De todas formas, Papá Noel y los Reyes Magos seguían asistiendo a Harrods, y en un momento hasta un elefante de la India desfiló en el salón de la planta baja, para deleite de propios y extraños. Otros recuerdan que hubo incluso una réplica de los famosos coches rojos de doble piso que circulan en Londres, dentro del edificio.

Harrods - Harrods Hoy.
En la década del ’90 Harrods entró en un declive hasta que finalmente cerró sus puertas en 1998.

Ya para la década del 90′ poco quedaba de aquellos años de gloria y, como el Titanic, Harrods se fue hundiendo en sus propio mar de nostalgia y momentos vividos. Finalmente en 1998 la tienda cerró sus puertas y desde entonces permanece como un gigante dormido, esperando algún día volver a ser lo que fue.

El misterio del dueño de Harrods Buenos Aires

Si bien el edificio que albergaba a la gran tienda fue declarado Patrimonio Histórico de la ciudad, la propiedad tiene dueño. Se trata de Atilio Gibertoni, un argentino del que poco se sabe y a quien es muy difícil acceder; un personaje casi tan misterioso como las leyendas que rodean al edificio. Sus apariciones públicas solo se dieron en contadas ocasiones, cuando la marca inglesa intentó quedarse con la propiedad del nombre. Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano; Atilio sigue como dueño de Harrods Buenos Aires, y de la emblemática propiedad.

Harrods hoy

Desde que el negocio cerró, solo en contadas ocasiones hubo reaperturas, principalmente para espectáculos, muestras y algún que otro festival. Los intentos por reflotar la propiedad fueron varios: desde convertirlo en un shopping de la marca Falabella, hasta un hotel y un centro de convenciones. Ninguna de las propuestas prosperó y el lugar siguió acumulando polvo y desidia. Sin embargo, en los últimos años aquellos pasillos y ventanales hundidos en el olvido volvieron a sentir que hay una nueva posibilidad.
En 2018, y de manera silenciosa, comenzaron a realizarse tareas de mantenimiento, refacción y restauración en el edificio. Ángel Amado Píccolo, uno de los más importantes restauradores del mundo, fue convocado para devolverle a Harrods su esplendor de antaño.

El trabajo se vio interrumpido por la pandemia, pero Píccolo ya quitó el óxido de las barandas. También restauró los grandes candelabros de los salones, pisos y techos. Además, durante este tiempo se desinfectó el lugar y se le devolvió el brillo a los cristales que adornaban las paredes. La planta baja está prácticamente lista, pero faltan los pisos restantes. Allí aún sobreviven viejas máquinas de escribir apiladas por doquier y los sillones del salón de peluquería. Hasta la calesita que se ubicaba en el segundo piso permanece allí, esperando volver a girar. Poner en valor el edificio cuesta entre 150 y 200 millones de dólares, ¿habrá alguien interesado en finalmente reabrir la tienda que alguna vez fascinó a la sociedad argentina?

Harrods, la tienda que fascinó a la aristocracia porteña ultima modifica: 2021-09-30T08:01:00-03:00 da Francisco Daniel Zazzu

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Marina Artese Grillo

Hermosa nota! Verdaderamente nos transporta a esa época! 🤗

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