Cuando conocí a Luis Depardo, mi alumno de 94 años, entendí mejor qué significa la expresión que en nuestro idioma reza “la sangre tira”. Es decir, que aquello a lo que nos encontramos ligados por un vínculo sanguíneo o familiar nos generará un atractivo y un amor especial difícilmente innegable.
Luis es hijo de inmigrantes lucanos. Su familia llegó a Rosario a finales del siglo XIX desde una pequeña ciudad de la Basilicata llamada Tricarico, la cual cuenta hoy en día con aproximadamente 5.000 habitantes. Su familia se estableció aquí y nuestro querido Luis cursó sus estudios entre Rosario y Buenos Aires, ejerciendo durante muchos años la profesión de contador. Hasta aquí, ustedes me dirán que la historia de Luis es la historia de un descendiente de inmigrantes más, como los tantos que llegaron a nuestras tierras…Esto es en parte cierto y en parte no.
Luis Depardo: Un amor que trasciende espacios y tiempo físico
Lo curioso de todo esto, es que Luis jamás viajó a Italia debido a que su mujer tenía predilección por viajar por nuestro país y es así como su amor hacia la bella Italia se fue construyendo a lo largo de los años con relatos de su familia, con antiguas fotografías de parientes que jamás vio en persona, y con la añoranza de una tierra familiar construida en su imaginación, la cual era fruto de la memoria viva de su familia.
Pero no sólo fue creando esta memoria viviente de aquellos que llegaron a estas tierras en búsqueda de un futuro mejor. Luis buscó toda su vida mantenerse en contacto con aquella Italia, informándose sobre aquello que ocurría y haciéndose amante de su calcio, su comida y todo lo que siempre representó para él el espíritu italiano.
Entonces…¿Qué mejor que estudiar italiano?
Como buen italiano, también buscó poder comunicarse en ese idioma compartido, y es por eso que a los 90 y largos años decidió comenzar a tomar clases de italiano, transmitiendo en cada una de ellas una curiosidad y anhelo por aprender propias de un niño. Y no cualquier niño.
“Luigi” se comunica hoy a través de Skype con una prima italiana que trabaja en la RAI, y con sus jóvenes 94 podemos verlo también usando WhatsApp y gestionando su perfil de Facebook, lo que según él lo ayuda a “mantenerse activo”. Hasta hace muy poco tiempo, asistía también a clases de gimnasia en grupo.
El joven Luis Depardo. PhotoCredit: Luis Depardo
Las ganas con las que Luis me abre las puertas de su casa cada vez que voy a darle una clase y me cuenta que estuvo repasando los contenidos que habíamos visto la vez anterior, me insta a explicarle detalladamente aquello que le resulta extraño, me recuerda con emoción esa tenacidad, energía y ganas de progreso con las que mi bisabuelo Tommaso me contaba cómo vinieron a este país a “hacerse la América”, dejando atrás familia, amigos y todo lo que para ellos era conocido.
Luis no puso jamás un pie en Italia, pero para él no hizo falta: Italia está y estuvo siempre dentro de él.
