A Mariano Gaviño todos lo conocen como Nano y fue uno de los primeros en instalar el Handpoke en Argentina, la técnica para tatuar sin máquina. En el momento de la entrevista se encuentra en Buenos Aires pero hace más de un año que está en situación de nómade, como el mismo se define. Gracias a su trabajo, estuvo en Chile, España, Holanda, Italia y en México y asegura que se viene una nueva gira dejando su tinta por todo el mundo.
Por lo general los tatuaje se realizan con máquina, pero hace 10 años que a Nano se le ocurrió tatuar con las agujas punto por punto. Según relata, en Argentina por tres años fue el único que tatuaba así de manera profesional. “No existía, es algo que se usa en las casas entre los chicos o en la cárcel. Antes estaba mal visto porque se hacía en la cárcel, de manera poco sana. Le dimos una profesionalidad a la actividad y a este movimiento. En este momento en Argentina somos bastantes tatuadores, 10 o 20 pero que se destaquen somos tres“, dice sobre la técnica.
“La gente se sorprendía que se podía tatuar de esa manera, se fue puliendo y ahora el Handpoke es algo que hacen pocos y bien. Se le pudo dar otra cara. Ya está relacionado a otra cosa, ya no se relaciona con cárcel”, dice contento tras su logro.
Descubrir al Handpoke
El acercamiento de Nano a su pasión se dió en Brasil, cuando a una amiga de su exnovia le contaron cómo se tatuaba en la India y él enloqueció. Al inicio vio cómo se desarrollaba la técnica en San Pablo y se le ocurrió trasladarla a la Argentina. “Hace 10 años era muy difícil conseguir insumos, ahora se super masificó, ahora podes comprar por internet y te llega a la puerta de tu casa. Yo iba a las Galerías a preguntar y a pedir, usaba los insumos de los tatuadores y me ponía a tatuar sin máquinas“, cuenta sobre sus orígenes.
¿Hay dolor? Es la pregunta base que surge al pensar en un tatuaje sin máquina, aunque Nano lleva tranquilidad de inmediato. “Muchos vienen asustados y no duele absolutamente nada, mis clientes se quedan dormidos. Es muy relajante, como acupuntura, es un dolor muy chiquitito, es muy subjetivo el dolor pero casi todos me dicen que no duele nada. Lo que tiene es que es muy superficial técnicamente, no está el ruido de la máquina, no es invasivo, hay música y una persona que te habla, se disfruta el proceso”.
Y profundiza sobre esto: “Se pensaba antes que la máquina necesitaba fuerza, ahora eso se desmitificó. Ahora las máquinas son más livianas, tatúan mucho mejor técnicamente. Al trabajar con mi mano, es más lento, pero al usar agujas finitas no necesito tanta fuerza para poder hacer que la tinta queda en la piel. Al tatuar sin máquina, lastimaba menos, podía hacer cosas muy finitas que nadie podía hacer sin máquina. Vengo tatuando hace 10 años y curan un perfecto“.
Handpoke por el mundo
“En su momento cuando empecé a viajar a Europa porque en Argentina no había tatuadores sin máquinas, tuve que viajar para aprender de otros tatuadores”, confiesa. Y así hizo un verdadero Tour de tatuajes en Europa: Barcelona, Hamburgo, París, Bologna y otras ciudades. “En Italia vi que había tatuadores grosos que me gustaban y me llamaba el país, así que me contacté porque en Argentina también tenemos una cultura similar. Ellos se sorprendían que yo les decía que hacía Handpoke, me decían vos tenés que venir a trabajar con nosotros para que se conozca en Italia”, recuerda Mariano.
Sobre la expansión de sus tatuajes se permite soñar: “Me invitaron a Roma, que no conozco y estoy emocionado por ir a tatuar ahí. Me invitaron de Londres, en Estados Unidos, es la mejor forma. Somos una comunidad muy gentil, los tatuadores crecemos tatuando personas, ir a ciudades a tatuar y hacer que te conozcan, más allá de las redes sociales. Me gustaría trabajar en Nueva York, en Estados Unidos, en un estudio groso que me invitaron a tatuar con ellos. Me gustaría ir a Australia a fin de año, también Corea del Sur, y visitar Los Ángeles y Nueva York“.
Para cerrar admite que esta técnica resonó con él porque tiene que ver con su forma de ver las cosas: “En mi vida, todo se hace poquito, se suma un puntito. Con la metodología, la práctica, la paciencia y el autoconocimiento que se termina en un proyecto. Construir de a poco las cosas y llegar. A veces pienso que hago un tatuaje, hago un puntito y me faltan 25 mil, no se puede apurar, hay que disfrutar el proceso”. Puntito a puntito sigue Nano, tatuando y expandiendo sus sueños.
Autor de la foto de portada: @pontotattoo
