Franco Ferrara es un joven acordeonista argentino perteneciente a la colectividad italiana. También es el director de Complesso Italiano. Está claro que la música forma parte íntegramente de su vida. De hecho, desde que tiene memoria, la música (en todas sus formas, tonos, melodías y colores) estuvo muy vinculada a su familia y a su persona. Podemos decir que, por sus venas, corren verdaderos acordes italianos. En esta nota, les compartimos parte de su historia, de sus sueños, su trabajo y su futuro.
La identidad italiana
Toda la familia de Franco es italiana, de la región de Abruzzo (provincia de Chieti). Por parte paterna, provienen de un pueblo llamado Filetto y por su madre, de Roccascalegna. “La relación con la música y la cultura italiana se la debo un poco a mi mamá. Desde que tengo memoria, siempre en casa se escuchaba música italiana. A ella le encantaba la lírica y las canciones de Luciano Tajoli, Gianni Morandi y de otros cantantes de distintas épocas” nos cuenta Franco. Y agrega “además, siempre los domingos se escuchaba la radio, justamente, el programa italiano que conducía mi tío. Él fue uno de los primeros, en Zona Norte, en tener un programa radial italiano. Y, al pensar en la italianidad, no puedo dejar de lado la música que sonaba en cada una de las fiestas de la colectividad”.
Franco Ferrara y el acordeón: un vínculo eterno
La formación musical de Franco inició a sus 9 años, cuando sus padres le regalaron su primera guitarra. “A esa edad, comencé a hacer mis primeras lecciones con una maestra del barrio y empecé a tocar canciones y a cantar también. Mis padres nos acercaron la posibilidad de relacionarnos con la música porque veían, tanto en mi hermana como en mi, un gran interés” nos cuenta Franco. Sin embargo, hasta este momento, esta breve narración podría ser parte de la memoria de cualquiera de nosotros. Todos, en algún momento de nuestras vidas (tal vez más temprano o más tarde), entramos en contacto con algún instrumento musical. Pero, verdaderamente, la historia de Franco cambió cuando tenía 12 años.
PhotoCredit: Franco Ferrara
Casi por casualidad u ¿obra del destino?, llegó a sus manos un acordeón. “Mis padres habían habían asistido a un remate. Entre tantas cosas que se encontraban allí, había un acordeón muy viejito, con problemas en el fuelle y en la mecánica. Pero ellos se animaron y lo compraron porque creían que me podría interesar”. Su hermana sabía tocar al piano, por lo tanto a Franco no le costó mucho entender parte de su funcionamiento. “Al verme mi padre tan convencido con este nuevo instrumento, inmediatamente se puso a la búsqueda. Así, dio con quien fuera mi primer y único gran maestro que tuve en el acordeón, Pablo Ricardi, en la zona de San Fernando. Y así empecé con mis primeras lecciones. Los avances siempre fueron in crescendo, hasta que el acordeón empezó a ser parte mío”.
Un viaje a Italia
“Ya tendría unos 14 o 15 años cuando viajé con mi padre a Italia para comprarme mi primer acordeón profesional, era un regalo de mi abuelo. Allí empezó un poco una carrera, sin saberlo, dado que yo siempre tuve contacto con la colectividad italiana porque en mi familia son todos italianos. Y, aunque no me diera cuenta, el acordeón siempre estuvo presente en cada una de las fiestas y reuniones. Pero, realmente, tuve conciencia de él cuando comenzó a formar parte de mi vida”.
Los inicios de sus carrera profesional
Desde ese momento, el acordeón acompañó cada una de las etapas de la vida de Franco y aún hoy lo sigue acompañando. “A partir de los 16 años, en paralelo con el colegio, comencé a estudiar piano en el conservatorio provincial Juan José Castro de Martinez. Luego, a los 23 años, inicié la carrera de Licenciatura en Música con Dirección Orquestal en la Universidad Católica Argentina (UCA)”. Y el destino ya estaba marcado. Con la elección de su carrera, Franco afirmó con todo su ser que quería dedicarse a la música.
Franco Ferrara y sus primeros escenarios de la Colectividad Italiana
A partir de su profundización en el estudio del acordeón, Franco tuvo sus primeros enfrentamientos con el público. Ésto ocurrió en las peñas de acordeones que se organizaban en Boedo, en las peñas de AIDA (la Sociedad Internacional de Acordeonistas) y en la Asociación Italiana Radice Abruzzese Argentina, que está en San Isidro. “Y allí fue la primera vez que ejecuté un tema frente a otros colegas músicos y acordeonistas. Tan solo fue tocar para bailar, para que la gente disfrutara” recuerda Franco con nostalgia. Y añade “para esa época en que estaba estudiando el instrumento, la música italiana ya era una pasión porque la disfrutaba mucho cuando íbamos a las fiestas de la colectividad. Y empecé a hacer eso con el acordeón: concreta y simplemente música italiana”.
“Luego llegó el día en que colegas, la orquesta de Carlos y Cristian Provenzano, me vieron en la Asociación. Y me dieron la oportunidad de empezar a relacionarnos. Cristian tiene la misma edad que yo. Por lo tanto, en su momento fue todo un hallazgo: dos jovencitos que se dedicaran al acordeón. Me invitaron a tocar, en una de las fiestas, con ellos en el escenario. Luego el maestro Carniglia me invitó a tener una experiencia en su grupo. Estuve casi dos años junto a él”. Y a partir de allí, nació una amistad y una relación que también se convirtió en laboral porque Franco empezó a compartir los distintos escenarios de la colectividad con el conjunto de Carlos Provenzano y con Luis Carniglia. Junto a ellos, inició un rumbo en el camino de la italianidad, de la colectividad y de las asociaciones.
¿Cómo nace Franco Ferrara Complesso Italiano?
Mientras realizaba su carrera universitaria y luego de haber transitado los distintos escenarios con el grupo de Cristian y a Carlos Provenzano, Franco decidió emprender su propio proyecto dentro de la colectividad italiana y lograr así su sello propio. Por lo tanto, en el año 2007, junto a Vicente Loricchio (voz) y Juan Naddeo (en batería) nació el primer esbozo de “Complesso Italiano Franco Ferrara”. Las serenatas en fiestas privadas nunca cesaron pero el grupo se hacía cada vez más conocido entre los concurrentes a eventos sociales de la colectividad. En el 2009, el grupo se consolidó en su formación a partir de la incorporación de Alessandra Ruggiero como la voz femenina. “Lamentablemente, Vicente, gran cantante y exponente de la colectividad nos dejó en el año 2017. Sin embargo, su alegría, su pasión y fundamentalmente su voz quedarán como un sello permanente e irremplazable en el grupo”.
Complesso Italiano en la actualidad
Así comenzó esta aventura de recorrer cuanta asociación, círculo y club italiano que gustara de esta música. “Hoy, el Complesso Italiano está integrado, en batería, por Hector Robles y Oscar Linero alternadamente, por la voz de Alessandra Ruggiero y yo me dedico a los teclados, acordeón y, por supuesto, a la dirección musical. Ya son 12 años de vida del Complesso Italiano. Siempre trabajamos con la misma fuerza, profesionalismo y el mismo amor por la música italiana que tuvimos desde el primer día. Es el factor absolutamente necesario para dedicarse a este género” explica Franco.
“Gracias a Complesso Italiano hemos tenido el honor de conocer el 90% de las Instituciones y Asociaciones Italianas – por lo menos de Capital y GBA- acompañando a todos los paisanos. Siempre trabajamos con profesionalismo y con profesionales de la música”. ¿Qué tipo de música realiza Complesso Italiano? “Es música italiana desde ya, de todas las épocas y de todas las décadas (desde el año 1920 en adelante). Fundamentalmente, la combinamos con mucho componente folklórico italiano. Y no puede faltar el toque de la música tropical, que hoy es muy requerida en los bailes. Tenemos un repertorio muy amplio y todo lo que hacemos es 100% en vivo”.
Para terminar, ¿qué les dirías a aquellos que quieren dedicarse a la música?
“En primer lugar, les diría que persigan sus sueños. Si uno tiene esa curiosidad, esas ganas de dedicarse al arte, ¡adelante! No hay barreras ni impedimentos. En cualquier momento de la vida uno puede dedicarse a aprender un instrumento y, efectivamente, a ejecutar y a hacer música. Préstenle atención a esa vocecita que les dice ‘cómo me gustaría poder estudiar música’. No la ignoren más. Tienen que hacerlo porque realmente es una sensación espiritual y sentimental el hecho de agarrar un instrumento y ser un mediador entre ese arte y el público. Porque la música está hecha -en definitiva- para compartir y comunicar, es un arte para compartir con otros. Entonces, además de hacernos bien a nosotros, también le hace bien a la otra parte, a quien lo recibe”.
PhotoCredit: Franco Ferrara
“Y obviamente, el estudio es tan necesario como las ganas y la curiosidad. Muchas veces se cree que es algo fácil, que podemos estudiar música con un tutorial. Estudiar música realmente es difícil pero no es algo imposible. Al igual que con otras carreras, es necesario dedicarle mucho tiempo, estar muy encima del instrumento, para poder conseguir los logros, más allá de ser o no reconocido. Métanse en el universo de la música, sientan curiosidad. Denle lugar a esa necesidad de conectarse con lo espiritual, con la música, que es el único arte temporal. Y este es un mensaje también para los padres, animense y animen a sus hijos a acercarse a la música y todo lo que ella implica. Es un árbol que nunca deja de dar fruto”.
La vida sin música sería un error
“Les diría también que no piensen en la retribución económica porque lo que te devuelve la música y el arte tiene que ver con otra cosa. Existen infinidad de profesionales de otras áreas (médicos, ingenieros) que se dedican a la música también porque ocupa un lugar especial en sus vidas”. En definitiva, el mensaje de Franco es muy claro. “Que abran su interés hacia el arte, particularmente hacia la música. Así, están abriendo una puerta muy importante, la puerta a un idioma, a un lenguaje universal. El lenguaje de la música, como el amor, no necesita de códigos, de interlocutores para expresar. La música es sentimiento y muchas veces expresa lo que las palabras no pueden decir. Para terminar me hago eco del pensamiento del reconocido poeta, filósofo y músico Nietzsche: la música es como un hechizo y sin ella, la vida sería un error”.
PhotoCredit de poratada: Franco Ferrara
