Esta es la historia de Stefano Venturi, un italiano oriundo de Pescia, provincia de Pistoia (en la región de Toscana) que un día dejó todo por amor y ahora es un “italo-argentino” que vive en Concepción del Uruguay, Entre Ríos.
“¿Por qué no me enseñás español?”
Esa pregunta fue el disparador para que la vida de Stefano Venturi cambiara para siempre. Tenía 36 años, un empleo estable en un negocio de artículos electrónicos que había abierto junto a un amigo y una vida relajada en su Pescia natal. Sin embargo, el destino le tenía preparada una sorpresa digna de una novela.
Aquella tarde fría del 2 de enero de 2022, aún con los resabios de los festejos del año nuevo, Stefano fue a visitar a su hermano que hacía pocos meses se había casado con una chica de Argentina que vivía en Italia desde hacía 10 años. Entre dulces típicos y café, a Stefano se le ocurrió pedirle a su flamante cuñada que le enseñara a hablar el español, un idioma que siempre lo había cautivado. “Si te parece, te puedo poner en contacto con una amiga mía que habla muy bien el castellano y además quiere aprender italiano, así que pueden hacer una especie de intercambio”, le respondió ella. Stefano dijo que sí, vio unas fotos y sintió “algo” que no supo explicar. Su cuñada le pasó el contacto y así empezaron a hablar.
Arrivederci Italia!
“El primer mes no hubo mucha onda. Había mensajes cada tanto pero no mucho más, hasta que de repente la cosa empezó a fluir y todo se tornó más serio. Pasamos a hablar a toda hora, hacíamos videollamadas y llegó un momento en el que el tema se nos fue de las manos. A la noche hacíamos videollamadas y yo me quedaba despierto (había cuatro horas de diferencia) para hablar con ella”, explica Stefano rememorando aquellos momentos donde algo estaba pasando pero todavía no sabía bien qué era.
“Así llegamos a marzo y el vínculo no paraba de crecer así que en un momento dijimos ‘tenemos que conocernos’. Yo ya estaba enamorado, ella también, así que me la jugué y le pagué un pasaje para que viniera a Italia. Queríamos ver qué nos pasaba en persona y luego íbamos a decidir cómo seguir, porque ella es profesora de inglés y tenía que viajar a los Estados Unidos por trabajo”.
El 1 de abril, Julia armó las valijas y partió rumbo a la tierra de Dante Alighieri, el Coliseo y la pasta fatta in casa. Era una aventura casi ciegas sí pero, como dice el dicho, “el que no arriesga no gana”. Y Julia ganó, se quedó un mes allí y junto a Stefano recorrieron el país, compartieron comidas, aperitivos, salidas y se dieron cuenta que el amor era más fuerte que la distancia. “¿No querés venirte a vivir acá conmigo?”, le preguntó un día Stefano sin tapujos y con la esperanza de que ella dijera que sí. Pero las historias, y sobre todo aquellas que involucran aquellas cuestiones del corazón, suelen tener sus vicisitudes. Julia dijo que no y ahí nomás, casi sin pensarlo, Stefano le dijo: “bueno, yo dejo todo y me voy con vos, arrivederci Italia!“.
“¿Qué hago yo aquí?”
El 11 de mayo de 2022, Stefano Venturi pisó suelo argentino por primera vez. Dejó su negocio de electrónica, su ciudad, sus amigos y familia y comenzó a escribir un nuevo capítulo en su vida. “La realidad es que me sentía un poco vacío, cansado; no le encontraba un sentido a la vida, necesitaba algo más y ahí apareció Julia”, afirma ahora Stefano a la distancia, “y fue la mejor decisión de mi vida. Llegué al mejor país del mundo”, agrega con emoción.
Stefano aterrizó en Argentina prácticamente sin hablar castellano y con un conocimiento prácticamente escaso sobre Argentina, sus costumbres y su historia. “Lo único que sabía de Argentina era que Maradona y Batistuta habían nacido acá. Después, tenía algo de información por lo que pasaban en la televisión cada tanto pero no mucho más. Recién cuando llegué a este país me di cuenta del fuerte vínculo que tienen con Italia, es una cosa increíble que solo viviendo acá se puede sentir”.
Buenos Aires es conocida por muchos como “la ciudad que nunca duerme”, por su intensa vida nocturna, su movimiento siempre constante y caótico y por el choque fluido de turistas de distintas partes del mundo con el porteño de ley. “Estuve un día en Buenos Aires y de ahí me fui a Concepción del Uruguay, en Entre Ríos. Eso fue un shock, me di cuenta que las cosas iban a ser distintas cuando el micro dejó atrás Buenos Aires, descubrí que hay dos países en uno”, cuenta Stefano, que al poco tiempo se dio cuenta de las grandes diferencias que separan a la capital del interior y por un momento se preguntó “¿qué hago yo aquí?”
La verdadera Argentina
“Cuando llegué al interior, vi que ahí estaba la verdadera Argentina. Concepción es una buena ciudad, se vive bien, no hay mucha delincuencia, no tiene lugares feos. Pero ahí sentí por primera vez la diferencia que hay en el país. En Italia todo funciona de alguna manera en todos lados. Acá no es lo mismo vivir en Buenos Aires que en alguna ciudad más alejada del centro. Pero yo me enamoré de este lugar por la gente. Encontré a las mejores personas del mundo acá, es increíble como disfrutan de la vida, incluso a veces teniendo muy poco”, explica emocionado.
“Por supuesto que descubrí el rito del mate y todo lo que encierra esa ceremonia que consiste en poner la yerba en el recipiente, volcar el agua, darle un sorbo y compartirlo. No se parece a nada que haya vivido antes”.
Volver a empezar
Como le sucede a muchos argentinos que se van a Italia, Stefano tuvo que empezar de cero acá, pero tuvo un sostén fundamental sin el cual hubiera sido imposible seguir adelante. “Julia y su familia me ayudaron mucho; ellos me integraron a su núcleo y Julia fue quien me enseñó a hablar y a vivir como un argentino. Al principio me puse a buscar italianos pero no encontré a ninguno entonces fue difícil, pero poco a poco empecé a juntarme con los amigos de mi mujer, a tomar mate, a comer asados, y así me fui incorporando”, explica.
A los cinco meses de estar viviendo en Argentina, Stefano no lo dudo y le pidió matrimonio a Julia. “El 22 de septiembre nos casamos y a partir de ese momento empecé a sentirme un verdadero italo-argentino. Esperaba mi DNI como los argentinos esperan el pasaporte italiano”, suelta entre risas.
Una nueva vida
Stefano se fue integrando y adaptando a su nuevo núcleo. Pero, el protegonista de esta historia necesitaba trabajar. Al principio pensó en dedicarse a lo mismo que hacía en Italia, pero en Concepción del Uruguay hay más tiendas de computadoras que habitantes por metros cuadrado con lo cual la ida quedó descartada casi de inmediato. Hasta que un día, una mujer le escribió por Instagram a Stefano y le dijo que quería conocerlo para ofrecerle un trabajo como profesor. “Yo nunca había enseñado, pero conocí a esta mujer y el proyecto me gustó. Me ofreció entrar a trabajar en la Dante Alighieri dando charlas y talleres de conversación con los alumnos, mientras ella se ocupaba de la parte más formal”. Al poco tiempo llegó la oportunidad de trabajar en el Instituto Bilingüe República d’Italia, donde actualmente da clases de historia italiana.
A la pregunta sobre si piensa volver a Italia en algún momento, Stefano es categórico y no deja lugar a dudas: “Tenemos planeado ir de vacaciones, quizás el año que viene. Italia siempre será mi país, lo extraño, pero me enamoré de Argentina. Me siento un italo-argentino y quiero vivir acá“.
