Luego de meses de permanecer en cuarentena, pareciera como si nos encontrásemos atrapados en una rutina interminable. El trabajo y los quehaceres diarios se tornaron una monotonía y comenzamos a sentirnos cansados, estresados o agotados de esa rutina que pareciera girar en círculos. Para comprender qué sucede con nuestras emociones tras tantos meses de aislamiento y durante la pospandemia, conversamos con Marianela Noelia Fernández, licenciada en Psicología (UBA). Es especialista en Psicología Perinatal y de la Primera Infancia (COLPSIBA). Además, es orientadora educacional y se desempeña como psicoterapeuta de niños y adolescentes de Apres Salud.
Al inicio de la cuarentena, nos costó adaptarnos al encierro. ¿Qué sucede con el efecto pospandemia y por qué nos cuesta empezar a salir de casa?
“La realidad es que, al principio de la cuarentena, nos costó mucho a todos estar todo el día en el hogar, estudiando, trabajando, conviviendo con la familia las 24 horas los 7 días de la semana. Nos resistíamos y extrañábamos salir, vernos con pares, con compañeros, amigos, familiares muy queridos. Como el aislamiento no fue voluntario, en nuestro país hubo muchas resistencias lógicas. La medida fue instalada de un día para el otro y se sintió realmente como un corte en la continuidad de nuestras vidas muy fuerte. Tuvimos que acostumbrarnos y aceptarlo en gran parte, por temor. Por temor a contagiarnos y a contagiar a otros, por temor a morir”, explica la licenciada Marianela Fernández.
Autora: Marianela Fernández
Durante la pospandemia: ¿qué pasa cuando empecemos el proceso contrario?
“Ahora que gradualmente se empiezan a habilitar con protocolos sanitarios algunas actividades, lugares o encuentros regulados, nos vuelve a costar mucho. Nos sentimos protegidos en el hogar, estamos cómodos, hemos armado una rutina de horarios y de actividades. Nos fuimos aprendiendo a conocer a nosotros mismos con nuestras sombras y nuestras luces al tiempo que fuimos aprendiendo a convivir de otras maneras con otros. O a vivir solo en casa todo el día todos los días para los que viven solos. Gradualmente, quizás, el desafío ahora sea empezar a hacer un trabajo interno para poder desarmar el rompecabezas que armamos en casa estos casi 7 meses. Rearmarnos de otra manera… Aunque quizás no sea cambiar toda nuestra rutina virtual 100%. Solo lo necesario, al menos para empezar” señala.
¿Cómo funciona la mente humana al estar tanto tiempo encerrados?
Marianela nos explica que la mente ha sentido este cambio y nos lo ha hecho saber de alguna manera. A lo largo del ASPO es probable que, en algún momento, nos hemos sentido agobiados, cansados, confundidos, embotados, estresados, con dificultades para conciliar el sueño o para despertarnos, con más hambre o sin apetito.
La mente le envía señales al cuerpo de que algo ha cambiado y que, en muchos casos, no se ha tratado de cambios saludables. Estábamos acostumbrados a salir, encontrarnos con gente, compartir tiempo juntos para trabajar, estudiar y a socializar. Salíamos a ver la luz del sol, encontrarnos con el aire. Muchos hacíamos algún tipo de actividad física (aunque sea algo sencillo como una caminata diaria). Nos juntábamos a disfrutar en familia, o hacíamos alguna escapada. El encierro se ha presentado como una propuesta totalmente opuesta.
¿Qué otros factores intervienen?
“Además, a ello le sumamos la incertidumbre por el tiempo de duración del encierro, las preocupaciones, temores, angustias por la propia salud y la de los que queremos. También, las ansiedades y preocupaciones por el trabajo (por mantenerlo, por el descenso de ingresos o el desempleo), cómo nos imaginamos el futuro, las resistencias a los cambios actuales que ya se han instalado, a los cambios que vendrán, las pérdidas de las rutinas y de lo conocido”.
Hay personas que ahora no quieren salir de sus casas por miedo. ¿Qué pasa con quienes sufren el efecto contrario?
“Mucha gente, después de estos meses de encierro, ya está colapsada. Necesita volver a algunas actividades, retomar algo de su ‘vida pre-pandemia’ para recuperar algo de su salud (física, mental, espiritual, social), de su identidad, de sus proyectos, de sus trabajos, del encuentro con gente con todos los cuidados que se necesitan. Y eso es posible”.
Es imprescindible realizar pequeñas salidas que los ayuden a oxigenarnos en todo sentido. “Salir a pasear el perro, caminar unas cuadras con alguien muy querido guardando las distancias, salir a redescubrir el barrio, andar en bicicleta, comprar algo, encontrarse con un familiar o un amigo. También, hacer una pequeña caminata mientras intercambian anécdotas de estos meses y se ponen al día. Visitar de lejos a los nietos o salir a tomar algo en algún barcito que tenga las mesas en la calle respetando el protocolo del lugar”, explica Marianela.
¿Qué podemos hacer para intentar eliminar los sentimientos de miedo, tristeza, ansiedad e incertidumbre que estamos experimentando?
“Si pensamos que esta no es una situación ‘habitual, conocida, esperable’ para ninguno de los seres humanos, podemos empezar a dimensionar que en muchos casos sentir miedo, tristeza, ansiedad, incertidumbre es un signo de salud. Estas son respuestas que nos muestran que aún no tenemos construidas las estrategias adecuadas, justas y acordes para enfrentarnos a este desafío que nos ha propuesto la pandemia en todo el mundo. Un virus desconocido que nos exige cuidarnos mientras nos mantenemos físicamente aislados, en casa, con cuidados de higiene muy específicos, con las vacunas para combatir el virus en vías de fabricación”.
Es lógico ante este panorama sentirnos inseguros y experimentar emociones poco agradables por un tiempo, algunos días, algunas horas en el día… sino seríamos objetos. Tenemos emociones y ante situaciones movilizantes específicas, se hacen notar. Hablarlo con gente de confianza querida y cercana (familiares, amigos, pareja), poner en palabras las emociones, no guardarlo”.
Es importante estar atentos y si esas sensaciones persisten en el tiempo sin modificación, en algunos casos, es necesario realizar alguna consulta con un profesional idóneo y adecuado para poder ser orientado, ayudado y poder mejorar su estado de salud.
¿Qué consejos nos darías para cuidar nuestra salud mental y nuestras emociones durante la pospandemia?
“La salud es muy delicada. No sólo se trata de salud física (no enfermarnos, alimentarnos bien, dormir las horas necesarias, realizar alguna actividad física, etc). También, del combustible emocional, social, laboral y espiritual, que nos ayuda a sostenernos día a día como personas. Nos devuelve nuestra identidad, nos conecta con nuestros intereses, nuestros deseos, con tiempo compartido, que nos sostiene y nos hace sentir acompañados, queridos. También, nos conecta con nuestras emociones y nuestros valores”.
¿Qué grupos etarios son los más afectados por esta situación de encierro?
Fernández nos explica que los niños, los adolescentes y los mayores fueron quienes más han sufrido y están sufriendo el encierro, no sólo en nuestro país sino también en todos los países del mundo. Los niños extrañan a sus familiares más queridos que no pueden ver (abuelos, tíos, primos), a sus amigos, a sus docentes, los espacios a donde solían salir para jugar. Los adolescentes, en general, extrañan a su grupo de amigos que es tan importante en esa etapa de la vida. Este sostiene su identidad, los hace sentir acompañados. Es el refugio seguro de los mayores, comparten códigos, intereses, gustos, proyectos y palabras exclusivas que nadie más sabe.
En el caso de los adultos mayores sienten que su vida en el encierro es muy triste. Sienten que este tiempo es irrecuperable y que nunca imaginaron dejar de ver a sus seres queridos de una manera tan abrupta. Temen por su salud y quieren volver a la rutina habitual. Algunos se han reinventado. Pudieron descubrir actividades, formas de conexión virtual que nunca hubieran imaginado. En otros casos, dejaron de asistir a los controles médicos, suspendieron tratamientos, se encontraron solos y tristes, con mucho pesar y preocupación por su futuro inmediato. “Los tres grupos etarios necesitan de nuestro afecto, nuestro apoyo, nuestro estímulo en la vida cotidiana, en pequeñas cosas”, concluye.
“La vida nos está pidiendo ser creativos en estos momentos difíciles”
La vida nos está pidiendo ser creativos en estos momentos tan difíciles. Debemos aprovechar nuevas formas de contacto, reinventarnos, no desalentarnos ni bajar los brazos. Es una oportunidad para descubrir nuestros recursos, conocer nuestras fortalezas y nuestras debilidades, y reforzar los afectos. En muchos casos, está permitiendo afianzar lazos, entender qué necesitamos de los otros y qué es con los otros el camino.
“La pospandemia nos va a encontrar transformados, sin lugar a dudas. Reconectar con algunos proyectos, ideas, sueños, actividades que planéabamos hacer en este 2020 puede ser una buena opción. Servirá para empezar a encendernos lentamente y elegir los modos, según los tiempos de cada uno”, concluye.
