Claudio David Veltri nació en Capital Federal y es cuoco, es decir, cocinero. Es descendiente de italianos de primera generación: su padre es calabrés, de Cosenza, y su madre siciliana, de Taormina. Recorre la Argentina y otros países promoviendo la cocina italiana y, desde hace muchos años, realiza notas en revistas, libros y programas de TV relacionados con la cocina del Bel Paese.
Es miembro fundador y directivo de la FIC (Federazione Italiana Cuochi) sede Argentina y chef de un restaurante italiano de San Isidro. Colabora con asociaciones italianas como FEDITALIA y en FACA dando clases en talleres de gastronomía. “Dictamos clases de cocina italiana y de dieta mediterránea. Visitamos ciudades y desarrollamos actividades dentro de la colectividad. En lo personal, también participó en ferias en las que promuevo y trato de difundir nuestras tradiciones culturales a través de la cocina”.
El inicio de su carrera como chef: el legado de su familia
David Veltri inició su carrera como cocinero gracias a su padre, quien también es cocinero. De él heredó la pasión por la cocina. Su padre, Luigi Veltri, llegó a la Argentina en el año 1951 junto a su familia. Desde pequeño, Luigi aprendió recetas de su madre y comenzó a aprender el oficio de cocinero, mientras trabajaba en un restaurante en La Tablada. Por muchos años, se dedicó a la gastronomía: primero como empleado y luego con sus propios proyectos. Llegó a tener su propio centro de elaboración de pastas frescas y fue jefe de cocina en la fábrica Eximia y en Mercedes Benz. Luego, montó su propia empresa de servicios gastronómicos y fue dueño de un restaurante muy famoso llamado “El chancho rengo”, que permaneció por 60 años en San Miguel. Hasta el día de hoy, Luigi sigue realizando servicios en su restaurante y salón de fiestas.
Semana de la cocina italiana en la Usina del Arte. PhotoCredit: David Veltri
Luigi fue entonces el maestro de cocina de David desde pequeño. “De niño, las sartenes y las ollas fueron no solamente algo común, sino mis juguetes. La sartén era mi raqueta; los moldes de flanes, mis barcos navales. Así, fui creciendo en el restaurante de mis padres, en la fábrica de pastas, y trabajando de pequeño a su lado. Comencé a aprender cocina junto a él. Ya de pequeño, amasaba, cocinaba, hacía la masa y las pizzas de nuestro restaurante. Con el tiempo, dirigí la empresa de mi padre junto a él y, luego (a pesar de saber cocina) quise estudiar la carrera y me recibí de joven. Trabajé junto a grandes cocineros, llegué a ser chef ejecutivo de un hotel 5 estrellas muy famoso”, cuenta David.
¿Qué es lo que más disfrutás de tu profesión?
“Amo cocinar, me encanta la cocina y el universo que está enmarcado junto a ella. La cultura de un país o de un pueblo está muy ligada a su comida. Cuando uno viaja de vacaciones a un país desconocido, primero ubica dónde alojarse y, luego, pregunta dónde ir a comer. Lo atrapante de la gastronomía es que está relacionada a nuestra cultura y a nuestras tradiciones. Cuando uno investiga el origen de cada plato, se queda maravillado con la historia que conlleva…Trato de que mi cliente en el restaurante se emocione con los sabores: ¡que los gustos le exploten en la boca! ¡El mejor pago que puedo obtener es su rostro lleno de felicidad al probar mis platos! La cocina es la mejor expresión cultural que puede difundir un pueblo: una sensación que no tiene idiomas, ni fronteras”, añade David.
¿Cómo es tu relación con la comunidad italiana?
“Desde niño, mi abuela me vinculó mucho con las tradiciones italianas. Me contaba todo sobre su pueblo, me cantaba canciones y siempre me gustaba cocinar con ella. Cuando fui creciendo, seguí siempre interesado por mis raíces: su cocina, su tradición y cada cosa relacionada con Italia me erizaba la piel. Esto me hizo constantemente estar muy ligado a trabajar por la italianidad, me sentí siempre un italiano. Si mis padres no hubieran tenido que emigrar, habría nacido en Italia. Pero eso, cada cosa que pertenecía a Italia me atraía mucho. Esto llevó a que siempre esté relacionado con la colectividad. Cuando fui creciendo, mi oficio de cocinero –volcado un 80% a la cocina italiana– me hizo trabajar y relacionarme con la colectividad”, cuenta.
Clases magistrales de cocina italiana. PhotoCredit: David Veltri
David dicta clases de cocina italiana en colegios de todo el país e incluso en el extranjero. Participó de congresos gastronómicos junto a chefs muy importantes como representante de la cocina italiana. Asimismo, participó en conferencias y exposiciones de comida italiana en México, Estados Unidos, Perú, Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Ecuador.
¿Qué es para vos la italianidad?
“La italianidad es un sentimiento que fluye con la sangre en nuestras venas, habla de nuestros orígenes y tradiciones. Está representada en nuestras canciones, en nuestros gestos, en nuestro modo de hablar y de movernos. He tenido el privilegio de viajar muchísimo por nuestro país y está plagado de italianidad. Cada pueblo y cada ciudad tiene edificios, monumentos y obras de quienes llegaron a este país y se arraigaron y se enamoraron de este suelo.
La gran oleada de inmigrantes comenzó en los años 1870, una tendencia que siguió hasta los años 1960. El efecto de la mudanza de los italianos al nuevo país fue fundamental para el establecimiento de la sociedad argentina como está compuesta hoy: hay influencias de la cultura italiana que son evidentes hasta en la actualidad. Argentina es la nación, fuera de Italia, con mayor porcentaje de italianos y con máxima evidencia de su cultura italiana“.
¿Cómo vivís la italianidad en Buenos Aires?
“Hablo medio cruzado, mitad en italiano y mitad en español. Lloro como un niño cuando algo que veo o pienso me remonta a mi amada Italia. Mi nombre es David, soy cocinero, pero nadie me conoce por David, soy «el tano». Me apasiona reunirme con calabreses, con sicilianos y hablar de Italia todo el tiempo. Todo en mí tiene una marca muy profunda de italianidad”.
El mensaje de David Veltri para la red de italiani.it
“Mi deseo es que no olvidemos nuestras raíces, un árbol sin sus raíces no puede existir y un individuo no puede olvidar o no amar su precedencia. Mi intención es que si uno tiene a su abuela o padre vivo, que trate de absorber cada detalle, cada receta y cada canción que nos una a nuestros orígenes. Que trate de vivir cada acto y cada fiesta vinculada a la italianidad. Difundamos nuestras tradiciones en el lugar que ocupemos. Juntémonos para disfrutar de un almuerzo o una cena con nuestros compañeros italianos. ¡Gritemos fuerte que somos un pueblo de inmigrantes que amamos nuestras italianidad!”
