Cuando no había redes sociales ni Internet, y la principal fuente de información eran los diarios, los canillitas eran héroes anónimos en la Ciudad. Chicos que colaboraban con la economía familiar vendiendo diarios. Te contamos su historia y su importancia vital en la historia argentina.
Nacimiento de los periódicos en Buenos Aires
Para hablar de los canillitas, primero debemos hablar del nacimiento de los periódicos. En la Buenos Aires colonial ya existía un especial interés por recibir noticias de Europa y de las ciudades aledañas. Ese interés llevó a Jean Baptiste de Lasalle a redactar la Gazeta de Buenos Aires, en 1764. Aquel periódico tuvo sólo 4 ediciones, pero sentó las bases para lo que sería el desarrollo del periodismo en el país.
Finalmente, en 1801, se produjo el nacimiento propiamente dicho del periodismo rioplatense con la aparición de El Telégrafo Mercantil que se afianzó con la Revolución de Mayo y la fundación de una nueva Gazeta de Buenos Aires (sin relación con la anterior).
La Gazeta, redactada por Mariano Moreno, fue durante mucho tiempo el único periódico del país, pero poco a poco surgieron nuevos medios de comunicación en la incipiente nación.
La historia de los canillitas
En un principio, los periódicos se vendían a través del correo o se los compraba en la misma imprenta. Pero, cuando las ventas se incrementaron, fue necesario buscar otro mecanismo más ágil; todo cambió el 11 de enero de 1868, fecha clave para el nacimiento de los canillitas.
Ese día, salió a la venta la primera edición del diario “La República”, fundado por Manuel Bilbao. Allí se escuchó por primera vez en las calles el grito: “¡La República, a un peso!” El éxito fue tan resonante que de inmediato varios periódicos lo imitaron en todo el país y en el mundo.
Al poco tiempo, las esquinas porteñas (y también de las ciudades del interior y países vecinos) se vieron ocupadas por puestos fijos de venta de diarios. Estos puestos también empleaban a niños que, debido a la alta tasa de desocupación de la época, necesitaban colaborar con los ingresos familiares.
¿Cuándo apareció por primera vez el término “canillita”? La palabra se le atribuye a Florencio Sánchez. El periodista y dramaturgo uruguayo escribió una pieza teatral cuyo personaje principal es un niño vendedor de diarios. Le faltaba el título, pero al ver a un pequeño vendedor de piernas muy delgadas se le ocurrió la palabra “canillita” y así denominó a su obra.
La palabra “canilla” deriva de la palabra latina “canella”, que es el diminutivo de “canna”, caña, en español. El diccionario define el término: “canilla es el hueso largo de la pierna e incluso de los brazos”.
Todos son canillitas
A principios del Siglo XX era común ver a los famosos “canillitas” colgados de la parte trasera de los tranvías o corriendo hasta la salida de los teatros y oficinas para vender más ejemplares. Los más expertos ya sabían qué tipo de noticias vendían más y las comunicaban a viva voz para captar al público interesado.
A la distancia las historias son simpáticas, pero la vida del canillita era muy dura. Los niños pasaban largas horas caminando por las calles y, muchas veces, dejaban la escuela ya que no tenían tiempo para estudiar.
Poco a poco fueron apareciendo leyes que prohibían el trabajo infantil pero la palabra siguió utilizándose. Ya en la década del ’50 no había prácticamente chicos “canillitas” y los “diarieros” se apropiaron del término. También en Chile y Uruguay se hicieron populares los canillitas.
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En 1947, durante la presidencia de Perón, se instauró el 7 de noviembre (día de la muerte de Florencio Sánchez) como el “Día del Canillita”. Ese día no había actividad y los trabajadores disfrutaban de un merecido descanso.
Mientras Internet y las redes siguen avanzando y la búsqueda de información se traslada a las computadoras y celulares, los “canillitas” resisten el paso del tiempo y se reinventan para seguir adelante, no sólo como vendedores de diarios, sino también en muchas ocasiones como amigos del barrio, excelentes escuchadores y trabajadores incansables.
