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STORIE TURISMO

Italia: fuera de programa

Italia Rimini

Lo mejor de un viaje suele ser todo lo que está fuera del itinerario. Viajé a Italia una sola vez. Pero por suerte fue en 1999. Cuando el mundo era muy otro, lleno de libertades. Un mundo de verdad y no de material plástico. Se pagaba en liras, así y todo, como siempre, yo estaba corto de dinero. Pero era muy consciente de la importancia de ese viaje iniciático. Y con la ayuda de familiares y amigos (en Italia y Argentina), logré recorrer algunos lugares por fuera de lo establecido. Paraba en Sicilia, pero mis deseos me llevaron a conocer Roma, Venecia, Bologna y Rímini. No me arrepiento de ese “Italia, fuera de programa”. Ya que nunca más volví.

En el Coliseo con extras vestidos de romanos
En el Coliseo con extras vestidos como romanos

Italia fuera de programa: Roma

En Roma mi interés era como ya conté en una nota, Cinecittá. Recorrí el Foro, Piazza Navona, Spagna, la Fontana di Trevi. El Coliseo (en donde me fotografié con unos extras con ropas de las películas Ben Hur o Quo Vadis?). Pero lo que más me impactó fueron sus monumentos iluminados de noche. Era otra Roma, más Fellinesca y fantasmagórica. Cené en el Trastévere unos saltimbocca alla romana. Recuerdo, en especial, la belleza de Vía Margutta, en la que vivía Fellini con Masina. Filmé a un viejo marmolero que era todo un personaje. Comí pizza al taglio (en una pizzería árabe). ¡Mala mía! El único sábado a la noche lo pasé en la iglesia de Sant’ Egidio. En una misa internacional que se cantaba al mismo tiempo en todo el mundo. Por supuesto, me quedé dormido.

En la Piazza Giulio Cesare en Rímini
En la Piazza Giulio Cesare en Rímini

Italia fuera de programa: Vaticano

En el Vaticano caminé como un loco. Y pagué el cappuccino más caro de Italia. San Pedro no me deslumbró tanto. No sé qué había imaginado pero me decepcionó. Al igual que La Piedad de Miguel Ángel. Y no, porque no sea permeable a la sensibilidad artística. Pero verlo a lo lejos detrás de un contingente de japoneses le quita algo de encanto. Cambié mis últimos pesos por liras en un banco. Y no pude ir al Museo Vaticano porque había muchísima gente. En las criptas me di cuenta por el mármol que las recubre que casi todos los Papas tenían una importante nariz. Por lo que podría haber pasado tranquilamente por uno de ellos. Y me saqué una foto junto a la tumba de Juan Pablo I (la más modesta).

Rímini, tras las huellas de Fellini

Llegué a Rímini en tren. De inmediato, pregunté en donde vivía Fellini. Nadie lo sabía responder. Hasta que un chico joven me indicó en donde era. Y me dijo: “Si no saben en donde nació Fellini no merecen llamarse rimineses“. Entré en ese edificio de tres pisos. Con una fuentecita en el patio. Estuve en la Piazza Giulio Cesare. Y en el mítico cine Fulgor que tan bien recreó en Amarcord. En el momento más extraño entré a una iglesia cualquiera. Y en uno de los bancos de la primera fila leí : Flia. Fellini. Lo tomé como una señal. A la noche, partí hacia Bologna. Me recibieron unos sicilianos: Los Barletta. Era tardísimo. Como las 23 hs. Hacía frío. Y en su casa a pesar de la hora me prepararon unos deliciosos chorizos con papas a la sartén. Y a dormir.

Venezia e dopo morire d’amore

Bologna solo la recorrí por la mañana. La espléndida Fuente de Neptuno, la catedral y la torre Asinelli. Me despedí de los sicilianos que fueron como unos ángeles protectores. Y ahora sí lo mejor: Venecia. Uno no está preparado para Venecia. Nadie puede estarlo. Es hermosa y magnífica. Operística, dramática, casi irreal. Es como un decorado. Piazza San Marco me impactó mil veces más que San Pedro. Su arquitectura, sus canales. Claramente es una ciudad romántica para ir acompañado.

Góndolas venecianas
Góndolas venecianas

En una fábrica de cristal en Murano compré “murrinas” y un caballo. Cuando le dije al vendedor que lo envuelva bien que iba a Argentina me dijo: “¿Argentina? ¡Con la cara de italiano que tenés!” Comí el mejor pannino de jamón crudo. Me traje un sombrero de gondoliere, una máscara de San Pantaleón de cartapesta. Volví en tren. Compartiendo camarote con una siciliana bajita que no paraba de hablar. Y una alta y silenciosa monja norteña. ¡Gracias Fellini!

Italia: fuera de programa ultima modifica: 2023-05-05T09:38:01-03:00 da Tano Murri

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