Verónica Morello es Coordinadora de la sede argentina del ENIT (Agenzia Nazionale del Turismo). Es arquitecta. Se ocupa de promover Italia y de favorecer su comercialización. Pero además es productora, cantora, viajera y astróloga. En resumen: Una mujer muy curiosa y apasionada. Con un amor absoluto por la madre patria. Los invito a conocer un poco más acerca de una persona clave. Fundamental en la escena ítalo-argentina actual. Reciente y futura.
Sana Obsesión
Tiene dos obsesiones: Italia y la excelencia. Conversando, coincidíamos en que la palabra “obsesión” tiene mala prensa. Pero en verdad los grandes genios de cualquier área son obsesivos. Martin Scorsese lo es. Por citar un talento indiscutible. Estar en el detalle. Investigar. Conocer. Saber. En profundidad. Ir a fondo. El mundo en definitiva, no lo mejoran los tibios, sino los obsesivos. Respaldados por el talento, claro está. Viví 6 años en la Patagonia. Y extrañaba mucho el contacto con la colectividad. Concurría a eventos de la Asociación Italiana de Comodoro Rivadavia. Asistía a conciertos. Y hasta comía cannoli. La verdad es que no era lo mismo. Extrañaba a Buenos Aires. Y sus fiestas italianas.
Madonna Nera
El padre de una amiga, que es artista plástico, me habló de Madonna Nera. Un grupo de pizzica. Y en 2014 los fui a ver en el Buenos Aires Celebra Italia. Me sorprendió la calidad. Músicos y bailarines ítalo-argentinos. Y claro, la cantante era Verónica Morello. Más adelante fui a un Aperitano. Encuentro de jóvenes italianos. Y estaba Verónica. En todo evento. Cultural, gastronómico, artístico, la encontraba. Como una especie de Droopy de la colectividad. Ella siempre estaba.
En un momento me acerqué y lo evidencié. Con toda amabilidad me comentó a que se dedicaba. Y me consta su entusiasmo. Frecuento desde hace más de 20 años lo italiano en Buenos Aires. Pero debo decir que es notable el salto de calidad. De un par de años a esta parte. Antonio Castrignanó, La Notte della Taranta, Roy Paci, son solo algunos de los enormes artistas italianos que vinieron. Que no solamente brindaron shows, sino que compartieron su arte en clínicas y capacitaciones. Con su amiga, la Dra. Elisabetta Riva (Directora del Teatro Coliseo), estuvo a cargo del Ciclo Italia XXI.
Viaje a las raíces
Conoce desde adentro la italianidad. Tiene sangre lucana, campana y calabresa. Su abuelo era de Benevento, su abuela amasaba y cantaba. Su padre es il Cavaliere Antonio Morello. Consejero en el Com.it.Es (Comitato degli Italiani all’Estero). Y embajador Fuscaldese (Marina di Fuscaldo) en Argentina. Tiene un programa de radio “Mattinata Italiana” junto a su mujer, la profesora María Susana Viscio. En ese programa se animó a cantar por primera vez. Pero antes había estudiado música 10 años. Su abuelo tocaba el acordeón y le regaló su primer piano. Se crió en las asociaciones italianas. Y menciona que fueron clave los domingos en familia. Compartiendo comida, canciones y dialecto. “Cantar y contar”, dice.
“No me da lo mismo nada”
Se autodefine como “puente”. En el sentido de interconectar personas. El turismo está ligado a la cultura, gastronomía, etc. Con una eterna sonrisa. Y un carácter volcánico. “Vesubiano”. Que la hace ser exigente. Sin perder la cortesía. Seria. Involucrada.
Se dedicó a investigar los orígenes de la tarantella a fondo. Y su rol como productora la llevó naturalmente al ENIT. De la mano del ingeniero Salvatore Costanzo, que gestiona desde 2012.
En 2013, organizó junto al Gobierno de la Ciudad una “Bicicleteada“. En el marco de “Verano italiano”. Una idea audaz. Cinco estaciones. Cinco lugares con impronta italiana. Palacio Barolo, Teatro Colón, Hotel de los Inmigrantes, Usina del Arte, La Boca. Luisina Brando recitó pasajes de La Divina Commedia. Cantantes líricos, tango, teatro. Danzas con Gioia D’Italia y A’ Figliola. Hasta un “casamiento all’italiana”. ¡Performance con música en vivo y la mesa servida! Y un cierre con el recital de Eugenio Bennato.
Proyectos
Su gestión puso el acento en regiones como Basilicata o Puglia. Con decisión, optó por lugares no tan obvios. Con “Turismo delle Radici”, convocó a figuras como Mike Amigorena o Emilia Attias. Lo hizo para que volvieran a conectar con sus orígenes. Y así motivar a los demás.
Sabe que estamos en un país con el 40% de raíces italianas. El turismo puede surgir de amar el cine. O el ciclismo. O lo que sea. Si hasta el mismísimo Francis Ford Coppola lo hizo. Regresó a Bernalda (Matera), el pueblo de su abuelo. Y compró el Palazzo Margherita para convertirlo en un Hotel de lujo. En el año del Dante, tiene un ambicioso proyecto. Aprovechar este contexto para extender capacidades. Imposible intentar definirla. Intentar frenarla. Contar su trayectoria. Bocetar su personalidad. Con su sensibilidad y pasión. Solo nos resta agradecerle. Sobre todo el momento en que ya no quiso trabajar más de arquitecta.