El 17 de agosto, se cumple un nuevo aniversario del deceso del General San Martín, el Libertador de América. En Argentina, se lo reconoce como el “Padre de la Patria”. En Perú, se lo recuerda libertador de aquel país, con los títulos de “Fundador de la Libertad del Perú”, “Fundador de la República” y “Generalísimo de las Armas”. En Chile, su ejército lo ha destacado con el grado de Capitán General. San Martín es una pieza fundamental en la construcción de nuestra identidad nacional como argentinos. En esta nota, lo recordamos y, a su vez, incluimos ciertas curiosidades sobre su vida.
José de San Martín y su estadía en Italia
A fines de 1845, San Martín vivía en París. Su salud flaqueaba y decidió viajar a Italia en busca de mejor clima. Iría en compañía de su mucamo, acostumbrado a lidiar con los problemas del Libertador. Arribaron a Nápoles el 25 de diciembre de 1845, pero las convulsiones lo tuvieron a maltraer. El 27 de enero de 1846, el prócer y el mucamo abandonaron Nápoles y se dirigieron a Roma. Se hospedaron en el Gran Hotel de la Minerva, vecino de la plaza Navona, del Panteón y de la Fontana di Trevi.
En Roma, se sumó al grupo Gervasio Antonio de Posadas, nieto y homónimo del director supremo (su abuelo había muerto en 1833). Acompañó al general y le dio instrucciones acerca de cómo actuar frente a problemas clínicos que podrían surgir. Posadas, un día, recibió del mucamo de San Martín la noticia de que el Señor General había muerto. Posadas, estupefacto, lo observó tirado en la cama, inmóvil y tieso. Tomó remedios de la maleta de San Martín y los inyectó en su cuerpo. El general volvió en sí. San Martín había sufrido convulsiones o un nuevo ataque de epilepsia con sus signos vitales muy disminuidos. El viaje continuó por Florencia y Pisa, sin novedad. Poco más de cuatro años duró aquel renacimiento italiano del Libertador, hasta el sábado 17 de agosto de 1850 a las tres de la tarde, en Francia.
Máximas que le escribió a su hija, Merceditas
En 1825, José de San Martín le escribió una lista de consejos para su hija Merceditas, donde volcó sus ideales educativos. A continuación, se enumeran las máximas.
-Humanizar el carácter y hacerlo sensible aún con los insectos que nos perjudican. Stern ha dicho a una Mosca abriéndole la ventana para que saliese: “Anda, pobre animal, el mundo es demasiado grande para nosotros dos”.
-Inspirarla amor a la verdad y odio a la mentira.
-Inspirarla gran confianza y amistad pero uniendo el respeto.
-Estimular en Mercedes la caridad con los pobres.
-Respeto sobre la propiedad ajena.
-Acostumbrarla a guardar un Secreto.
-Inspirarla sentimientos de indulgencia hacia todas las religiones.
-Dulzura con los criados, pobres y viejos.
-Que hable poco y lo preciso.
-Acostumbrarla a estar formal en la mesa.
-Amor al aseo y desprecio al lujo.
-Inspirarla amor por la Patria y por la Libertad.
Fin de su vida y comienzo de su recuerdo eterno
Finalmente, después de años de sufrimiento físico, el Padre de la Patria falleció el 17 de agosto de 1850 en Francia. “Desearía que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires”, fue la voluntad póstuma del militar. Desde 1880, sus restos descansan en la Capilla Nuestra Señora de la Paz, ubicada en la Catedral Metropolitana de la Capital Federal de Buenos Aires, siempre custodiado permanentemente por dos granaderos. Se lo recuerda por sus hazañas y logros en América y por su célebre frase: “Los soldados de la patria no conocen el lujo, pero sí la gloria”.