Con más de 11 mil ejemplares, el jacarandá se transformó en el árbol emblema de la Ciudad de Buenos Aires. Sus particulares colores, su inconfundible belleza y sus distintos matices lo transforman en uno de los ejemplares más queridos por los porteños y los turistas. Descubrí su historia en esta nota.
El jacarandá: un espectáculo de belleza natural único
La historia de este particular y tan distintivo árbol está ligada a la del gran Carlos Thays, paisajista, arquitecto y urbanista que llevó a cabo importantes obras en nuestro país, especialmente en Buenos Aires y también en Mar del Plata.
Según cuenta la historia, fue Thays el que incorporó al jacarandá en el paisaje porteño, a fines del siglo XIX. Para ser más precisos, la especie que se encuentra en las calles de la ciudad se denomina jacarandá mimosifolia.
Hoy en día, de los más de 400.000 árboles que hay distribuidos en toda la Capital Federal, el 3,4% pertenecen a este bello ejemplar.
Dónde están los jacarandás de la ciudad
La mayor cantidad de ejemplares porteños de jacarandá se encuentran en los principales corredores de la Ciudad, embelleciendo su paisaje y circulación. Los turistas y vecinos de la ciudad de Buenos Aires pueden disfrutar de este árbol en las Avenidas Libertador, Cabildo, 9 de Julio, Belgrano.
También es posible disfrutar de su presencia en el Rosedal de Palermo, en Plaza Italia y en la Plaza Seeber.
¿De dónde viene la palabra jacarandá?
El nombre jacarandá es de origen tupí y significa fragante. El árbol es nativo de las selvas de montaña del noroeste argentino. Hay ejemplares de jacarandá en Tucumán, Salta y Jujuy.
La fiesta del Jacarandá
Cuando los árboles de jacarandá florecen, la ciudad se tiñe de lila y nos regala un paisaje maravilloso que, por un instante, nos hace olvidar que estamos en el medio de “la ciudad que nunca duerme”. De pronto el sonido de los automóviles, el bullicio de la gente y los grandes edificios pasan a un segundo plano, y todo se embellece gracias a las copas de estos árboles mágicos.
Este ritual de la naturaleza se repite siempre durante los meses de noviembre y diciembre, anticipándonos los días más lindos del año, en el ocaso de la primavera y la llegada del verano.
Fotógrafos aficionados (y profesionales) aprovechan para retratar este momento y deleitarnos con un paisaje que nos transporta a un instante de felicidad.
Sin embargo, éste es solo uno de los gratos momentos que nos guarda el noble jacarandá. El segundo, se da a medida que las flores van cayendo al suelo y dejan una alfombra de color violeta en las calles. Este ritual se puede disfrutar durante el otoño y, si bien la cuarentena hoy nos impide salir a la calle, en Internet hay muchísimas fotos y videos donde podemos apreciar este fenómeno.
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